martes, 19 de julio de 2011

25 cigarrillos I


Cómo te digo esto sin que te duela. Es un hecho confirmado: puedes hacerte 20.000 km, puedes raparte al cero o tatuarte un cristo resucitado en el pecho, pero no puedes huir de ti mismo. Hagas lo que hagas, cuando lo hagas o donde lo hagas, vas a seguir siendo tú el que te vas a dar el coñazo, y he de reconocer, que eso me reconforta... Porque me gusto, qué coño, ¿para qué te voy a engañar?

Hace tiempo que vengo sospechando que la peor de las condenas del ser humano es desear. Es una trampa, es una droga y es una cárcel. Que me estirpen el deseo ya. Crecemos malentendiendo el significado de la palabra libertad, no se trata de poder hacerlo todo (no seas tan teen), se trata de no tener nada. Se trata de que todo lo que posees te ata, y la peor de tus posesiones es paradójicamente lo que no tienes, es decir, tus deseos. Por lo tanto (no hagas caso a lo que viene ahora, porque no lo voy a cumplir), hago una marca en el calendario tal día como hoy, porque hoy es el día en el que voy a hacer mi última elección: voy a escoger la libertad, voy a escoger la carencia de deseo que desprende la sensación de libertad, para poder ser yo mismo sin intentar cambiarme un ápice, que es lo que deseo.

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