miércoles, 24 de agosto de 2011

Agravio Comparativo



Siempre que escucho a alguien decir que los hombres somos unos cerdos me pregunto, ¿cuál de los dos animales sale perdiendo ante esta declaración? Yo respondo, que para eso soy el editor jefe: las mujeres. Las mujeres o en su defecto, cualquier ser humano que haya hecho daño romántico-emocional a un hombre, porque lo que si, que si, que si que es cierto es que cerdo no se nace, se hace. Es un escalafón al que se llega cuando te la juegan la primera vez, cuando te quitan el precinto emocional porque van a empezar a usarte, y la historia siempre es la misma... Tú ibas a ser el mejor novio del mundo hasta que te das cuenta que tu objeto de deseo no quiere enterarse de que sois novios//crack//rotura//vendaje protector. -Doctor, ¿como evito otra herida como ésta? -No se preocupe, todo lo que tiene que hacer es comportarse como un cerdo, y la gente perderá el interés en dañarle.

Los tíos sois unos cerdos, y las tías unas zorras. Me arrodillo ante el sublime conocimiento que emana de lo ordinario. Funciona en ambas direcciones, desgraciadamente, ambos sexos tenemos la capacidad de aprender inutilidades o, en el peor de los casos, aprender mal qué es lo que hay que hacer para encontrar a alguien con quien compartir el cuarto de baño el resto de tus días. Si te soy sincero, prefiero universalizar la comparación a algo menos insultante y más alejado de la zoofilia a la par que ajustado a la realidad: las personas somos como los puzles, lo divertido es juntar las piezas y siempre tienes que desarmarlos antes de dejárselos a otro. Así es que cállate la boca cuando te encuentres con un cerdo o con una zorra y no te quejes, porque seguro que alguien se está tropezando con los puzles que has ido dejando tú por el camino.

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