domingo, 20 de noviembre de 2011

Everytime he closed his eyes





Paradise. 

Creo en las señales, porque es divertido. Porque es divertido imaginar que el mundo confabula a tus espaldas, poniéndose de acuerdo para enseñarte, para sembrar ideas en tu cabeza, para inspirarte, con la paciencia que requiere repetirte la lección las veces necesarias. Vaya teatrillo tenéis montado, no creáis que no me he dado cuenta. El planeta identificó la pieza que faltaba y esta semana tuvo que venir una conocida actriz a interpretar una obra que ya había visto recientemente pero a la que no le había atendido demasiado bien. El talento de esta intérprete es herencia de su madre, de la que aprendió a representar una pieza que te transporta a un lugar protegido donde eres invulnerable, donde se juega a la generosidad con las luces apagadas, porque cuanto más grande es, menos la ves. 

Así es como ha dejado de tener sentido quejarme de esta ciudad o ninguna otra... Porque la moraleja de este teatrillo es que nuestro lugar está donde está la gente que te quiere. Supongo que el apátrida que tituló este blog quiso hacer referencia sin ser muy consciente de ello a el tiempo que perdemos buscando lo que queremos hasta que lo que nos quiere nos encuentra a nosotros. Lección aprendida, ahora a esperar a la siguiente señal.



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