viernes, 14 de septiembre de 2012

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Hoy la ponencia va sobre el tiempo y su paso. Un tema nuevo del que no he hablado nunca.

Un día atendí al profesor que me estaba dando clase hasta que éste me dio algo en qué pensar cuando comentó que si el ser humano tiene memoria es porque no tiene tiempo.

Ya tienes veinticinco, el cuarto de siglo. Ahora ya empiezas a estar más cerca de los treinta que de los veinte. ¿Qué tal te sientes hoy, un año más viejo? Consuélate con que aparentas más con esa perilla.

No te alteres, especie humana, que por mucho que se lo pongas fácil a mi misantropía con frases como esas el día de mi veinticinco aniversario, he decidido empezar a valorarte como lo que eres: un reloj parado. Por eso, hasta el más tonto de tus ejemplares tiene razón dos veces al día.

El ser humano tiene memoria porque no tiene tiempo. Quédate con eso.

Hace poco vi en un documental que, partiendo de la idea de que la división celular era finita, se podía estimar que nuestro cuerpo se renovaba por completo cada siete años. La persona que eres hoy no es la misma que la que eras hace siete años. De hecho si lo eres, porque no tenemos tiempo, así es que la vida te enseña lo básico y necesario durante tus primeros siete años, de manera metafórica, y a partir de ahí todo es renovación del mismo conocimiento, mas avejentado, maduro o velludo, pero al fin y al cabo, el mismo conocimiento. 

Este jueves me levanté a desayunar y cuando mi madre me felicitó por mi cumpleaños le dije: "si, máma (imperativo del verbo mamar), "muchas felicidades" "muchas felicidades" pero la última vez que me trajeron el desayuno a la cama venía en un biberón", a lo que mi madre respondió: "hijo, no te agobies por cumplir veinticinco, porque sigues estando igual de tonto que siempre". Estupendo, mi madre y Jessica Lange ahí ahí.

Hay un montón de normas que llevas 25 años cumpliendo, siempre ha sido así hasta que un día te paras a cuestionarlas y te das cuenta de que ni si quiera sabes cuál es el sentido de la norma porque desconoces las consecuencias de incumplirla... Como muestra, un ejemplo que se me ocurre al azar es que un texto tenga que tener sentido...

Soy la persona menos constante que conozco. La mayoría de los proyectos que inicio se quedan sin terminar por miedo a que no sean lo que espero de ellos. Empecé un cuaderno tratando de llenar sus páginas de reflexiones nuevas, pero luego caí en la cuenta de que escribir sobre aprendizajes nuevos es imposible, porque todo lo aprendiste ya, durante tus primeros siete años de vida, lo que pasa es que no te acuerdas porque no te dió tiempo a memorizarlo, así es que la humanidad tiene que repetirte el mismo conocimiento universal cada doce horas. Felicidades Diego, tienes 25 años y, aunque creas que no lo has hecho nunca porque tus células no han parado de renovarse, sabes perfectamente cómo se desayuna en la cama.




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