jueves, 15 de marzo de 2012

La vida de otro




Déjame que te hable de la segunda parte de tu segunda década. Déjame que te critique por haberte viciado a consolarte en el mal de muchos, porque ya no te funciona. Porque los 24 en adelante son el delta del río en el que has estado viviendo hasta ahora. Ya no hay un cuarto de la E.S.O esperándote para cuando acabes tercero, ya no hay un máster al final de tu carrera. Ahora lo único que hay es una desembocadura desde la que tu miras hacia los lados y no encuentras a tus amigos del recreo padeciendo las mismas putadas que tu. Porque hasta ahora tu biografía no había sido más que un calco del organigrama de tu compañero de pupitre y al llegar a los 24 eso ha perdido el sentido por completo. Te puedo hablar de compañeros de pupitre que llevan 5 años trabajando, de matrículas de honor en el proyecto de fin de carrera, de puestos senior, de me voy a vivir con mi pareja, de octavos años de carrera, de primeros años de carrera, de empresarios,...

Siempre he pensado que las ratas son unos animales injustamente desprestigiados. No podemos menospreciar a las ratas cuando todos tenemos algo en común con ellas. Yo siempre digo que comparto además con ellas su reacción ante el miedo. Y es que a mi el miedo me paraliza. Y así llevo de un tiempo a acá, paralizado por el pesimismo, por la duda. Paralizado por no saber cuál es la solución correcta, la fórmula que me lleve a obtener lo que creo que necesito. Paralizado esperando a que llegue una vida que no llega. Paralizado esperando a que llegue la vida de otro.